Cuando las mujeres pensamos o decidimos iniciar un emprendimiento como iniciativa personal o grupal, generalmente recurrimos a nuestros propios recursos: conocimientos, gustos, profesión, inquietudes creativas o sociales, intereses y experiencias como protagonistas de la vida. Por Lic. Inés Arribillaga

Elegimos llevar a cabo una actividad que nos convoca como personas con sus desvelos y necesidades. Buscamos integrar de alguna manera la vida privada y los negocios o profesión.

Cuando pensamos en hacer algo que nos permita obtener recursos económicos tratamos de hacer una síntesis entre los intereses emocionales, la sensibilidad, las personas con las que trabajaremos y aquello que podamos abarcar.

Por esto, es muy posible que las ambiciones no sean gradilocuentes y los negocios tengan cierto viso moderado. No parecen regidos por los mismos patrones (si me permiten utilizar un término que alude a lo masculino – padre, padrón, patrón, patrimonio, etc.) que utiliza la cultura masculina.

Los negocios «masculinos» están centrados en aspectos financieros y económicos, tienen la exigencia de evaluaciones de inversiones y rentabilidad.  Necesitan exhibir números que representen análisis a largo plazo y que se anuncien como factibles y «exitosos».  Les cuesta encarar proyectos que tengan el signo de lo impreciso o aventurado. Quizá por eso crean estructuras de jerarquías y apuntan a proyectos más estructurados.

Las mujeres emprendedoras, por su parte, no desestiman los logros económicos o resignan progresos o calidad de vida (no se trata de ponernos en la vereda de enfrente). Pero es frecuente que traten de hacer avances progresivos, que piensen en inversiones modestas desde el punto de vista de capital o aporte, y que no hagan apuestas demasiado altas en un principio.

Se trata de una manera distinta de entender lo que pueden esperar del desarrollo de su actividad, ya sea porque no cuentan con un capital importante, porque no quieren arriesgar todo lo que tienen o simplemente porque si lo hacen, es porque es lo que necesitan hacer.
Aunque carezcan de  experiencia o cuenten con pocos recursos económicos, suelen transmitir  la idea de ayudar a su familia, o integrarla, como forma de salir adelante.

En grupos mixtos de emprendedoras y emprendedores, las mujeres que deciden encarar un emprendimiento:

* se toman más tiempo para evaluar sus ideas y posibilidades
* eligen un proyecto que las gratifique más, desde lo personal
* comienzan más lentamente que los hombres, y no arriesgan todo de entrada
* tratan de cuidar el entorno afectivo y familiar
* están más atentas a aspectos emocionales
* se entusiasman con sus ideas y perspectivas de crecimiento
* despiertan en los demás un interés genuino por lo que hacen
* escuchan las opiniones y experiencias ajenas, sin desatender lo que «sienten».
¿Qué proyectos encaran o qué negocios desarrollan las emprendedoras?

Tradicionalmente están relacionados con aquellas áreas que les son afines: indumentaria, cuidado del cuerpo, salud física y emocional/mental, alimentación y gastronomía, educación y capacitación, comunicación y relaciones humanas, medio ambiente y ecología, belleza, maternidad  (según formación, nivel cultural y social, edad, ambiente, etc).

Como ejemplo podemos mencionar dos iniciativas de mujeres, relacionadas con lo que estamos comentado: una de ellas decidió encarar un emprendimiento ligado a su profesión como Licenciada en letras, y mientras continuaba en un empleo administrativo, fue desarrollando su actividad en forma sistemática y creativa con grupos de niños para iniciarlos en la lectura.

La otra, con un hijo pequeño, decidió encarar un proyecto de jardinería en balcones y patios a nivel urbano.
En ambos casos, el amor y el interés que ponían relatando sus avances y aprendizajes despertaban entusiasmo, aportes y hasta admiración en quienes las rodeaban.

Quizás podría pensarse que sus emprendimientos no entran en la categoría de «negocios» pero sinceramente, creemos que sí. Sobre todo porque de una vez por todas tenemos que empezar a ver el mundo desde una perspectiva más «integrativa» y no solo desde el aspecto económico-financiero.

Uno de los peligros latentes en las nuevas emprendedoras, aquellas que no tienen experiencia previa en negocios o actividad independiente, es que no escuchen su propia intuición, que no inviertan en su proyecto, que asuman demasiado fácilmente que no pueden arriesgar.

La forma de poder enfrentar estas limitantes sigue siendo buscar apoyo entre ellas, y desarrollar la mirada ampliada en grupos de máxima exposición y confianza.

Lic. Inés Arribillaga
Directora de Emprendedoras en Red.  www.emprendedorasenred.com.ar
Psicóloga clínica y del trabajo (UBA)
Consultora en gestión de emprendimientos con perspectiva de género.
Creadora de la Red de Emprendedoras, co creadora del ex Club de Microemprendedores.  Consultora homologada del programa Leatid BID del Ariel Job Center, entre otras actividades y desarrollos profesionales.

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