Hoy vamos a hablar de una estrategia de negocios que generalmente no es la primera en la que pensamos al momento de definir la nuestra, pero es atinada para muchos emprendimientos: desarrollar productos y servicios de alto valor.
Mantener nuestros clientes, atraer nuevos y diferenciarnos de quienes ofrecen productos y servicios similares al nuestro son ocupaciones cotidianas y fundamentales para la sustentabilidad de nuestros emprendimientos. Para lograrlo existen diferentes estrategias de negocios. Conservar precios bajos es, tal vez, la más popularmente conocida, pero no la única. La alternativa que les proponemos en esta nota es centrarnos en desarrollar productos y servicios de alto valor.
Comencemos por diferenciar a qué nos referimos cuando hablamos de precios y a qué cuando hablamos de valor.
– El precio es la retribución económica que el emprendimiento obtiene a cambio del producto o servicio que comercializa, es decir, el monto de dinero que nos paga el cliente por aquello que compra.
– El valor es aquello que obtiene el cliente cuando adquiere nuestro producto o servicio. Es un atributo menos objetivo y se relaciona con las expectativas del cliente y la satisfacción que le brindamos con aquello que le ofrecemos.
Conociendo esta diferenciación llega la pregunta ¿Cuál es la mejor estrategia para mi emprendimiento? ¿La que se centra en el valor o la que se construye en torno al precio? Para optar por una u otra, lo primero que debemos identificar es cuál es el valor diferenciador de nuestros productos y servicios, qué es aquello que los distingue y hace que nuestros clientes nos reconozcan y elijan, qué ofrecemos que no ofrecen los demás. La elección de nuestra estrategia de negocios dependerá de la respuesta que encontremos.
Si nos destacamos por tener bajos costos, podemos inclinarnos por una estrategia centrada en el precio. La ventaja es que normalmente hay un mercado amplio de consumidores que demandan productos económicos. Sin embargo, el desafío al que nos enfrentaremos es el de sostener esos precios a lo largo del tiempo. Para ello deberemos contar con proveedores y tecnologías que nos permitan mantener nuestros costos por debajo de los de los restantes oferentes de productos y servicios similares y esto suele ser difícil para los emprendedores.
Por el contrario, si lo que nos caracteriza es ofrecer bienes y servicios con características únicas que los diferencian de los otras ofertas presentes el mercado, podemos optar por una estrategia centrada en el valor. La principal desventaja es que generalmente implica costos más altos. Sin embargo, existen segmentos de clientes ávidos de productos que satisfagan sus deseos y, por lo tanto, están dispuestos a pagar por ellos un precio más elevado.
¿Cómo desarrollamos productos de alto valor?
Comencemos por considerar que los bienes y servicios no tienen un valor “propio”, sino que generan valor para un segmento específico de clientes, en tanto cumplen con sus expectativas. Por lo tanto, lo primero que debemos conocer es qué necesita, qué busca ese cliente.
Además, es necesario que tengamos siempre en cuenta que, si optamos por esta estrategia de negocio, el valor diferenciador de nuestro producto va a estar ligado a la innovación permanente. Es decir, vamos a tener que invertir tiempo y recursos en desarrollar e introducir actualizaciones para que nuestro producto se siga distinguiendo de otros similares. Para ello, es útil la mirada del diseño para la cual los productos tienen 3 niveles:
– Básico: está vinculado a la función que da respuesta a la necesidad concreta del cliente.
– Tangible: comprende todas aquellas características del producto que pueden ser percibidas a través de los sentidos. El material del que está hecho, las terminaciones, la forma, la marca gráfica, el envase, el diseño, las señales y los mensajes que presenta.
– Aumentado: incluye los aspectos añadidos al producto, como el servicio posventa, el mantenimiento, la garantía, instalación, experiencia de compra, entrega y financiación, experiencia de uso, valor de marca, calidad percibida, entre otros.
Si apostamos a una estrategia centrada en el valor, tendremos que desarrollar productos con un nivel tangible y aumentado superior al de los demás productos presentes en el mercado. Deberemos generar diseños propios, una imagen de marca fuerte y una identidad con un mensaje claro; emplear insumos de calidad tanto en el producto como en su envase, y asegurar un experiencia gratificante para el usuario así como un servicio postventa acorde. En definitiva, se tratará de rodear a nuestro producto básico de una serie de atributos, tanto materiales como inmateriales, que lo posicionen en el mercado, así marcaremos la diferencia y le daremos motivos a nuestro cliente para elegirnos.
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Info CATE 026 – Lo que cuesta vale. Estrategia de negocios para emprendedores. Boletín del INTI- Red de Apoyo al Trabajo Popular