Me encontré con esta reseña presentada en el año 2002 en el marco del Congreso de Psicología: El desafío de la ética y creo que sigue vigente. Ustedes dirán.

Inés Arribillaga

 

Mi experiencia de los últimos 10 años proviene del campo laboral y específicamente lo que hace a microemprendimientos y la mujer en la actividad autogestiva.

Como psicóloga tomé la perspectiva de género y trabajo en el afianzamiento de la mujer en sus iniciativas emprendedoras.

Si bien este tema está bastante explotado “marketineramente” y existen innumerables programas de organizaciones nacionales e internacionales, en realidad las posibilidades de las mujeres siguen siendo limitadas.

Podría tomar muchos aspectos relacionados con la ética en materia de posibilidades laborales autogestivas

  1. la “venta” por parte del sistema acerca de lo maravilloso que es ser emprendedor o emprendedora, como si se tratase de algo que todos pueden y deben desarrollar
  2. el colapso del empleo y la necesidad de crear la propia fuente de recursos económicos en un contexto recesivo y de máxima desprotección social, política y económica
  3. la mentira del “libre mercado” y la competencia entre los agentes económicos
  4. el endiosamiento del “cambio” como fuente de transformaciones personales y sociales y ese otro slogan de que crisis es igual a cambio + oportunidades. Y no quiere decir que no lo crea sino en el uso que se hace de él.

Con esto me estoy refiriendo básicamente al contexto macro, social, mundial que opera desde el poder central hacia la periferia, pero que revela una realidad que irá aumentando día a día en todo el planeta. (como está sucediendo)

Tenemos el privilegio de ser uno de los exponentes paradigmáticos de esta cultura del “hazlo tu mismo y arréglate como puedas.  Pero hazlo bien y sé exitoso.”  Raro privilegio que nos hace ejercitar nuevamente la capacidad de inventiva e imaginación y practicar esa noble profesión del “rebusque” para sobrevivir en estos tiempos.  El tema del “éxito” también merece una consideración especial, qué se considera exitoso y cómo se lo mide.

Seguramente los argentinos seremos expertos en supervivencia en las crisis y tal vez el destino nos depare un papel de maestros en el arte de hacer con casi nada.  Por algo somos uno de los países con más premios en las exposiciones internacionales de inventores.

La ética y los valores en la actividad comercial o de negocios:  Sabemos que la línea que hace a lo ético o no ético es sutil y depende de las condiciones en las que nos encontremos.  El tema de los valores seguramente estará muy desarrollado en este congreso.  Y la ética por lo tanto tiene la suficiente subjetividad como para múltiples interpretaciones.

El mundo económico es un mundo creado por los valores masculinos.  Para funcionar en él  es necesario entonces adoptar las prácticas imperantes y que funcionan cotidianamente.  Una empresaria con una pequeña fábrica textil donde trabaja toda la familia, lo que se conoce como empresa familiar, me contaba que continuamente vienen los inspectores municipales o de AFIP pero cuando los atiende ella, no se quedan.   Prefieren siempre hablar con el marido.  Saben que ella no hace “arreglos” no coimea, no va a la fácil.  Y en cambio los varones se entienden.  Esto que a ella le repugna, es mucho más “natural” para el marido.

También será para ella un problema en los negocios o empresas  el tema del personal.  No importa que se trate de un microemprendimiento o de una PYME.  A las mujeres les cuesta decidir que la rentabilidad pase por el despido o por un pago miserable de salario.  Y antes de hacer algo que afecte el bienestar de las personas que trabajan con ella, realizará sin duda un estudio que tome en cuenta otras variables para salir adelante, implementar cambios o mejorar la rentabilidad.

Lo mismo sucede respecto a amigos, conocidos, familiares, etc. En general suele elegirlos para beneficiarlos con una oferta de trabajo o para asociarse o para delegarle el manejo de las cuentas de su emprendimento.

La ética es un campo difícil en la vida laboral o económica.  Siempre produce un debate interno y externo. Invariablemente nos cuestiona nuestro quehacer cotidiano: como profesionales, como socios, como emprendedores, como comerciantes.  Considero que no podemos hacernos los distraídos o menospreciar su trascendencia porque las prácticas hacen a nuestra vida personal y social en todos los ámbitos en que nos movemos.

¿Brindamos información sobre lo que hacemos?, ¿compartimos conocimientos, pagamos un canon a quien nos deriva trabajo, cobramos equitativamente, cómo decidimos un contrato, en quién confiamos, damos un dato para que otros tengan oportunidades, pensamos en el bien común, etc.?

¿Cuántas veces nos debatimos entre actuar de una u otra forma pensando que somos demasiado ingenuas o que pecamos de tontas?  Las mujeres “regalamos” el poder al varón con múltiples razonamientos: porque de eso conoce más (léase negocios, dinero, finanzas, decisiones, tecnología, etc) y aún cuando seamos las artífices de un proyecto, de un emprendimientos, terminamos poniendo en el centro al varón “experto”.  Los ejemplos sobran, basta ver instituciones de todo tipo con mayoría casi absoluta femenina y en la dirección o gerencia hay uno o varios hombres.

Declamamos una cosa y hacemos otra, incluimos a otros en lo que hacemos o estamos a la defensiva y seguimos alimentando el canibalismo? Aprendemos a funcionar en redes? O se trata simplemente de obtener y sacar sin estar dispuesto a dar y compartir?

El tema de hacer redes es un concepto sumamente complejo, nuevo pero por eso mismo declamado, parece quedar bien hablar de hacer redes pero compruebo que no se lo entiende, se sigue funcionando al viejo estilo de cuidarse las espaldas, de retener información, de no incluir lo distinto porque creo que recién empezamos a experimentar que somos todos nuestros contactos, somos el todo que crea las condiciones de existencia.

Hay infinidad de experiencias que nos indican lo obsoleto del sistema verticalista, piramidal, mecanicista o de percepción atomizante y sin embargo estamos aferrados a él, seguimos creyendo en su funcionalidad.  La metáfora de red sigue siendo un desafío para pensar de otro modo y acceder a la multidimensionalidad no solo de la percepción sino de la construcción de otro orden.

Y me refiero con esto a algo que atañe al trabajo, a lo que está bien hacer para ser realistas y lo que es utópico pensar.  Tomemos por ejemplo todo lo que significa dejar de ser profesionales en un área e incursionar en otra actividad o rubro ya sea por las circunstancias, por modificaciones personales o por una pérdida de empleo.  Estos anteojos con que nos miramos determinando que no podemos decir o reconocernos en algo distinto.  Personas que hacen alguna actividad que no comentan porque esto les haría perder prestigio o estima.

En fin, el tema es infinito y apenas quise puntuar algunas consideraciones que me parecen interesantes compartir.

* preparado para el Congreso de Psicología: El desafío de la ética (2002)

Lic. Inés Arribillaga
Psicóloga clínica y del trabajo
Asistencia y capacitación en microemprendimientos
Directora de Emprendedoras en Red
ines@emprendedorasenred.com.ar 

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