Contrario a los prejuicios que pululan socialmente, la realidad demuestra que hay muchos casos de éxito de mujeres que han logrado afianzar sociedades con sus congéneres.

 Muchos dicen que es mejor solo que mal acompañado, pero, ¿es siempre así? ¡No! También existe la posibilidad de encontrar esa compañera de ruta que te haga sacar todo tu potencial y que, además, sea especial para poder llevar adelante un emprendimiento juntas.

“Lo primero que tenemos que entender que una socia no necesariamente tiene que ser una amiga. Una socia es aquella persona que conocemos (puede ser amiga de otra amiga, una profesional de la que tenés referencia, etcétera) y con la que decidimos emprender un negocio juntas. Es más, por experiencia propia, muchas veces recomiendo que no inicien una sociedad con amistad de por medio, porque ésta se pone en juego con el correr del tiempo; igual de todos modos si todo va bien el lazo de amistad irá surgiendo. Entonces, no sólo tendrás una socia que te ayuda a ser más efectiva, además podrás contar con una amiga nueva. Es importante elegir objetivamente a quien nos complementará en el plano profesional”, asegura Jimena Caprile, socia de Olivia D (www.oliviad.com.ar).
“Luego hay que analizar las ventajas de contar con una socia, pues ésta se vuelve clave en la construcción del negocio. Ella es la persona con la que pensarás, con quien intercambiarás ideas. Entre dos todo es más llevadero, incluso en los momentos difíciles. Además, contar con una mirada externa siempre ayuda a crecer, en todos los sentidos. Claro que también hay algunos temas a tener en cuenta, como que tendrás que consensuar para llegar a un mejor puerto. Si bien para algunas esto puede ser un obstáculo, para otras es todo lo contrario”, complementa Angie Bradley, la otra parte de la dupla societaria de Olivia D.
Aporte femenino
Según las socias y emprendedoras, las mujeres piensan en otras variables. “Por naturaleza y contextura, desde todos los tiempos, nos hemos dedicado al desarrollo y bienestar de nuestra familia, eso nos llena de satisfacción y, a la hora de emprender, no sólo armamos un modelo de negocios compatible con nuestras propias necesidades, sino también proyectamos esas «costumbres» hacia la sociedad. Y ese punto es necesario compartirlo con la socia”, explica Andrea Jatar, creadora de Viandas de la Olla (www.viandasdelaolla.com).
Para María Carolina Gonzalez Amat, fundadora y diseñadora de Los diseños de Lola (www.losdisenosdelola.com.ar), “las mujeres, en general, son más sentimentales, y eso puede jugar en contra al momento de tomar algunas decisiones. Por eso, hay que tener balanceados los roles y bien distribuidas las tareas.”
Si bien, actualmente, hay muchas mujeres emprendedoras, para la dupla societaria de Mudo Objetos (www.mudoobjetos.com.ar),  “esto es resultante de un cambio global sobre la posición de la mujer en el mundo laboral y que, al igual que el hombre, ponemos entusiasmo en lo que hacemos para llevarlo adelante”.
“Consideramos que los atributos en la sociedad no dependen tanto del género, sino de la persona en particular y de sus aptitudes: capacidades y empeño. Es bueno asociarse con personas con cualidades diferentes a uno para potenciarse y complementarse en una sociedad de la mejor manera posible. Lo ideal es que se complementen, pero que no sean personalidades 100% antagónicas, pues esto sería motivo de discusión, conflicto y de direccionarse por caminos y fines diferentes”, cuentan Belén Vulcano y Guadalupe Giani, de Mudo Objetos.
“Conozco muchas mujeres emprendedoras en mi ambiente, y creo que, en general, somos responsables, organizadas,  proactivas, creativas, tenemos capacidad de aguante frente a la incertidumbre, le ponemos toda nuestra dedicación y compromiso a lo que hacemos, y tenemos una alta capacidad de adaptación”, dice Cecilia Pont, diseñadora de accesorios de moda (www.ceciliapont.com.ar).
Esta empresaria agrega: “podemos conjugar ambición, tenacidad y perseverancia con sensibilidad e intuición. La mujer arriesga igual o más que un hombre emprendedor, y en un emprendimiento correr riesgos es imprescindible”.
“Las características del emprendedor van más allá de su género, creo que tiene que ver con los potenciales que cada uno tiene para las distintas áreas. Por ejemplo, en mi caso me vuelvo más al diseño, a la estética”, cuenta Nadia Mastromauro, creadora de Un Pez Soluble (www.unpezsoluble.com.ar).
Coincidiendo con su colega, Maia Aron, fundadora de Dimanche (www.dimanche.com.ar), sostiene que “ser  emprendedora y ser mujer tiene tantos beneficios como ser varón. Lo fundamental es poder explotar nuestros talentos y ponerlos al servicio del emprendimiento”.
Graciela Süss, fundadora de Süss Cupcake Café (www.susscupcakecafe.com.ar) está siempre sonriente y dándole la bienvenida a quien se detiene a disfrutar de una pausa gourmet en su local. Ella sostiene que “las mujeres podemos llegar a encontrar discriminación en algunos puestos de trabajo, pero cuando emprendemos nuestro propio negocio encontramos los mismos obstáculos que los hombres. Tenemos una capacidad especial para organizar nuestra casa, nuestros hijos y desarrollar una carrera profesional al mismo tiempo”.
“Contar con una socia congénere es positivo, pues se establece un entendimiento que casi siempre se corresponde. La otra te puede interpretar bien, sobre todo porque compartimos las habilidades de ser multitasking. Un detalle a tener en cuenta: cada tanto es bueno incorporar una mirada masculina, pues ellos aportan nuevas aristas en los distintos temas”, resume Caprile.
Emprender siendo mujer
Por Maru Arabéhèty, creadora de Elle Van Tok (ellevantok.com.ar)
El ser mujer en nuestra sociedad sigue enfrentándonos con la disparidad de género. Las oportunidades para adquirir puestos de liderazgo son más bajas que la de los hombres; los sueldos a igual cargo también; la cantidad de violaciones y abusos a mujeres es muy superior al de ocasionados a los hombres; la cosificación masiva se da hacia la mujer, no hacia el hombre; el hombre tiene 2 días de licencia por tener un bebé, por lo que la mujer es quien se queda cuidándolo y cuidándose en el arduo posparto y adaptación.
Ser emprendedora sobre esta base significa que hay que ser perseverante, ingeniosa, meticulosa, planificadora, y estar siempre un paso adelante. ¿Por qué? Porque la mujer sabe que no rinde al máximo los días del período, de preparto, posparto, de adaptación al jardín o guardería, de menopausia, de enfermedad de hijo o padre y más. Porque la mujer carga en su espalda con la responsabilidad emocional de estabilizar y contener al grupo familiar. Aún así no decida formar una familia o ser parte de una, tiene de igual manera las cargas físicas y mandatos sociales que la afectan.
Si bien cada mujer es distinta y encara la resolución de problemas de diferentes maneras, en general, tenemos un «instinto» de preservación, de cuidado hacia lo que nos pertenece o de donde pertenecemos, asociado indirectamente a la contención de la familia. Justamente, por esta razón, las mujeres en Islandia notaron que debían reclamar equidad.
La mujer puede ser multitasking con éxito, dentro y fuera de la empresa. La mujer puede ocuparse de uno o varios hijos, y a la vez, limpiar, cocinar, atender clientes, cerrar acuerdos, comprar insumos, analizar mercados, pagar las cuentas y más. La mujer puede prestar atención a varios asuntos a la vez, como madre con varios hijos en una plaza, que no se sabe cómo está al tanto de cada uno de ellos, hasta sin mirarlos.
Personalmente, soy mujer, madre, amante, emprendedora, docente, viajera, que no descansa lo suficiente, pero que tiene la satisfacción de poder ser y hacer todo lo que se propone.

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