Casa Alfar es un coworking para ceramistas. Hablamos con Diego Cossettini

La cerámica es una actividad que requiere bastante infraestructura, principalmente el horno. Pero también implica aspectos que no todos pueden tener en su casa, como es el  espacio físico. A lo largo de mi actividad como artista visual, en la cual he tocado tangencialmente la cerámica, me he ido enterando de muchos casos de ceramistas hobbistas y no tanto, que no disponían de la infraestructura necesaria. Incluso micro emprendimientos que tenían que llevar sus piezas a otros talleres para que se las puedan hornear. O personas que ya vienen tomando clases desde hace tiempo, que ya tienen conocimientos técnicos suficientes para trabajar con independencia, pero que continúan asistiendo a clases tradicionales por no tener otro espacio ni infraestructura que les permita correrse del lugar del aprendiz eterno.

Por otro lado también me interesó la filosofía coworking, porque viene acompañado de prácticas sociales que no suceden cuando uno está encerrado en su taller produciendo. Se dan prácticas horizontales donde podés compartir experiencias y conocimientos con colegas.

La idea, creo que todas las ideas, fue llegando de a poco, en forma subterránea. Incluso hace muchos años había visualizado un taller compartido entre artistas, ni siquiera ceramistas en particular. Luego, con un amigo, emprendimos un espacio de exhibición de artistas emergentes, que si bien no era un taller, tenía ese espíritu horizontal. Es decir, la idea se fue gestando durante años sin tomar forma. Finalmente en algún momento las ideas cristalizan.

Por otro lado, como sabemos, las crisis son muy movilizantes. Luego de pasar varios años de incertidumbre, de no conseguir trabajo en relación de dependencia vinculado a las artes visuales, y un sin fin de crisis más, donde también entra la pandemia, decidí lanzarme a esta aventura. Un día, hablando con mi pareja sobre estas crisis y pensando modos de salir, me volvió esa imagen a la cabeza, sobre un taller compartido entre artistas y la miré con otros ojos, como quien mira algo realizable.  La retomé y le empezamos a dar forma. Consulté a amigos ceramistas si existía un espacio así, y la respuesta fue negativa. Me llamó la atención que no existiera un coworking para ceramistas. Empecé a averiguar y encontré muchos espacios de esta índole, pero en otros países. Sentí una gran satisfacción y tuve la sensación de estar en el camino correcto.

Si bien yo tenía conocimientos de cerámica, no eran suficientes para realizar este emprendimiento. Comencé a asesorarme con amigos y amigas ceramistas, pensando formatos, etc. Realmente fueron de gran ayuda. Vivo esto como una aventura, con gran incertidumbre pero con mucho entusiasmo.

Diego, contanos algo más de tu actividad artística porque sabemos que tenés una gran trayectoria

No se quién les dijo eso pero no maneja buena información… La verdad que llevo en esto muchos años, he tenido la suerte de participar del Salón Nacional, en el premio UADE, en la beca ABC de arte contemporáneo. Pero la verdad que los logros profesionales son muchos menos (por suerte) que los logros vinculares. He conocido mucha gente a lo largo de estos años, muchos amigas y amigos, y mucha gente querida. Esa es mi mayor trayectoria. Suena cursi, pero es lo que siento.

¿Cambió en algo tu vida en relación a tu actividad anterior?

Bueno, no sé si podría decir que esta es una actividad completamente distinta a mis actividades anteriores. Pero sí me obligó a interiorizarme y capacitarme en cuestiones que no hubiera hecho sin esta necesidad.

¿Tu entorno familiar o la pareja te acompañaron? De qué manera?

 Sí, por supuesto. Me han apoyado en todo y sin ellos y ellas esto no hubiese sido posible, sin duda. Me apoyaron económicamente, emocionalmente, prestándome infraestructura, etc.

¿Qué obstáculos encontraste?  ¿Como los fuiste resolviendo?

Bueno, como comentaba, el primer gran obstáculo fue encontrarme con un mundo en gran parte desconocido. Conocer las herramientas necesarias para un taller de cerámica, que tipo de espacios se necesitan, insumos, etc. Es un mundo muy amplio técnicamente hablando, con muchas posibilidades a cubrir. Y también por otro lado el formato coworking, especificamente en las artes, y puntualmente en las artes cerámicas es un formato muy nuevo. Acá en argentina no existe otro espacio así. Por tanto fue también inventar un formato propio, darle forma e identidad.

¿Qué ventajas y desventajas ves en ser emprendedor?

 Ser emprendedor es vertiginoso, y lleva tras de sí el miedo al fracaso. No es fácil lidiar con eso. Diría que es bastante pesado. Y no hablo solo del fracaso económico. Creo que incluso ese fracaso es el menos importante.

Por otro lado hay algo del emprendedorismo que tiene que ver con crear tu propia historia. No sé si hay algo más estimulante que eso.

¿Qué les dirías a otres emprendedores?

No creo estar en condiciones de dar consejos. No sé si a eso apunta la pregunta. Pero me viene a la cabeza una frase que me han dicho en otro contexto diferente a este y que me ha quedado grabada. “Una buena idea no realizable es una mala idea”.

¿Y qué se viene como propuestas de Casa Alfar?

Prontamente también vamos a empezar a dar talleres de cerámica para personas sin experiencia. Y si se enamoran del lugar y del oficio, quien sabe, en algún momento pasen a planta permanente, jeje.

Dónde se encuentra y cómo hacemos para contactarlos

Nos encuentran en www.casaalfar.com.ar o en instagram @casa.alfar.cerámica

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